El asesino del S-Bahn: Berlín atemorizado: ¡un rastro sangriento de violencia!

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Erkner, Berlín: Revelaciones sobre el asesino del S-Bahn Paul Ogorzow, sus crímenes y las investigaciones policiales en la Segunda Guerra Mundial.

Erkner, Berlin: Enthüllungen über den S-Bahn-Mörder Paul Ogorzow, seine Verbrechen und die Ermittlungen der Polizei im Zweiten Weltkrieg.
Erkner, Berlín: Revelaciones sobre el asesino del S-Bahn Paul Ogorzow, sus crímenes y las investigaciones policiales en la Segunda Guerra Mundial.

El asesino del S-Bahn: Berlín atemorizado: ¡un rastro sangriento de violencia!

El 19 de octubre de 2025, Berlín volverá a recordar las sombras oscuras de su pasado. En 1940 y 1941, una serie de crímenes espantosos conmocionaron a la ciudad, que ya se encontraba en estado de emergencia debido a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. En medio de toda la destrucción, un hombre cambió la vida de muchos berlineses: Paul Ogorzow, que pasó a la historia como el “asesino del S-Bahn”, dejó un legado sangriento que dejó una profunda huella en la historia criminal de Berlín.

El S-Bahn fue un elemento tranquilizador de normalidad para muchos berlineses durante la guerra. Pero fue precisamente esta libertad aparentemente asegurada la que se convirtió en escenario de crímenes insondables. Entre 1939 y 1941, Ogorzow cometió un total de ocho asesinatos y seis intentos de asesinato, así como 31 delitos de coacción. La investigación, considerada una de las mayores persecuciones humanas en la historia criminal de Berlín, duró casi dos años. Los drásticos actos que tuvieron lugar en los alrededores del depósito de Rummelsburg en Berlín-Lichtenberg provocaron excitación y miedo entre la gente.

Las primeras acciones

La serie de asesinatos comenzó en octubre de 1940 con la brutal muerte de Gerda Ditter, quien fue encontrada muerta a puñaladas en su propia cocina el 4 de octubre. Esto marcó el comienzo de una serie de nuevos crímenes. La noche del 3 al 4 de diciembre, Elfriede Franke, de 26 años, murió a causa de graves heridas en el cráneo y la víctima, Irmgard Freese, de 19 años, murió en el hospital como consecuencia de un ataque igualmente grave. Todas las víctimas eran mujeres, lo que ejerció presión sobre los equipos de investigación dirigidos por los comisarios Lüdtke y Zach. Al principio la policía no tenía pistas sobre el autor, pero la espantosa secuencia de hechos llamó la atención de la prensa y del público, que quedó estupefacto.

Mientras la policía vigilaba las estaciones y los trenes para evitar el peligro, las huellas de Ogorzow al principio permanecieron ocultas. Cinco víctimas fueron expulsadas de trenes S-Bahn en movimiento, lo que no hizo más que aumentar la brutalidad de los crímenes. Sin embargo, dos supervivientes, entre ellos Gerda Kargoll, que en septiembre de 1940 fue atacada y expulsada del S-Bahn por la ventana abierta, pudieron proporcionar información crucial sobre el uniforme de Ogorzow, que le proporcionaba camuflaje como ayudante de guardagujas en los Deutsche Reichsbahn.

El perpetrador y su arresto.

El propio Ogorzow era un ciudadano aparentemente bien adaptado que nació en Muntowen el 29 de septiembre de 1912 y se unió al NSDAP en 1932. Esto fue evidente en su carrera profesional como empleado diligente y orientado a la familia. Pero detrás de esta fachada había una psique oscura. En una confesión tras su arresto el 17 de julio de 1941, admitió que sus acciones estaban motivadas por un odio profundamente arraigado hacia las mujeres y una fascinación morbosa por matar. Fue condenado a muerte por un tribunal especial el 24 de julio de 1941 y su ejecución tuvo lugar en Berlín-Plötzensee apenas un día después. Estos acontecimientos fueron ampliamente cubiertos por la prensa y fueron bien recibidos por el público.

La historia del “asesino del S-Bahn” Paul Ogorzow sigue siendo investigada y recordada hasta el día de hoy. En 1974, un drama documental tuvo en cuenta sus crímenes, y en 2012 siguió un documental de televisión. Los intentos de identificar una posible serie específica de asesinatos en la zona del S-Bahn entre 1990 y 1991 despertaron un renovado interés en este capítulo oscuro de la historia de Berlín. Las oscuras actividades de un solo hombre nunca afectaron solo el destino individual, sino que dieron forma a todo un paisaje urbano y constituyen un monumento contra el olvido.